Estos días hemos podido leer comentarios de todos los gustos sobre la actitud de Esperanza Aguirre al ser multada por la policía de movilidad en la Gran Vía de Madrid. Comentando el tema con una amiga las dos estábamos de acuerdo en lo impresentable de su actitud, el despotismo que siempre demuestra y considerábamos que poca justificación tenía escapar arrollando una moto y después haciendo declaraciones contra los policías.
Ambas diferíamos al considerar si era justificable que Aguirre comentara que los policías habían sido unos machistas. Mi amiga, sin defender en ningún caso lo que Esperanza Aguirre había hecho, señalaba que seguro que los policías habían sido machistas y que no hubieran actuado de la misma forma si quien hubiera cometido la infracción hubiese sido un político, pongamos por caso Mariano Rajoy. Aunque admito que los policías pudieron ser prepotentes y machistas, considero que las declaraciones de la expresidenta madrileña no se pueden analizar desde esa perspectiva, pues lo que se debe destacar es su falta de civismo y sus malas maneras.
¿Cabe la sororidad en el caso que nos ocupa?
Lancé esta pregunta a algunas amigas y las respuestas eran claras: no podemos defender la postura de una persona de la relevancia de Aguirre y dar cabida a su desprecio de las normas de convivencia por el hecho de que sea una mujer.
Esta era también mi opinión en el debate que he señalado. Si bien es cierto que la mayoría de las mujeres que militan en partidos políticos sufren el machismo que impera en todos ellos, lo que nunca puede servir para que sus posturas sean déspotas ni se salten las normas de convivencia.
Sororidad sí, pero siempre que se estén defendiendo los derechos de las mujeres, que las conductas de las políticas sean correctas y no incumplan las reglas a las que todas y todos estamos sujetas/os.
Mujeres sí, pero feministas que luchen por la igualdad
El episodio que protagonizó Aguirre y que ha levantado tanta polvareda, sirve para reflexionar sobre el papel de las mujeres en la política y el apoyo que desde el feminismo se les debe dar. Mucho hemos hablado de la necesidad de que exista paridad en los partidos, en las empresas, en el gobierno, en los sindicatos, etc., pero cada vez es más evidente que no basta con que haya mujeres en puestos de responsabilidad, ya sea política o empresarial. Es imprescindible que haya mujeres feministas, que defiendan la igualdad de oportunidades, para quienes la palabra igualdad signifique mucho más que una frase que quede bien y sea políticamente correcta.
Por desgracia, en Madrid, las políticas más conocidas son dos mujeres, Esperanza Aguirre y Ana Botella, que hacen un flaco favor a la lucha por la igualdad,. Sus posturas son imposibles de defender por las feministas, las que creemos que las mujeres tenemos los mismos derechos
igualdad y conciliación 