Pasada la resaca electoral que ha desbordado a los grandes partidos, es el momento de preguntarnos si los resultados electorales van a promover cambios tras la aparición de nuevas siglas. Es indudable que estas elecciones han supuesto un revulsivo para la clase política que, una vez más, confiaba en las encuestas y no creía que la ciudadanía les daría la espalda al nivel que lo ha hecho.
Los análisis son tantos y tan variados que hay para todos los gustos. La pregunta que hacemos desde este espacio es sí las formaciones, que han sorprendido y conseguido que una parte de la ciudadanía le votara, cuentan con un proyecto de sociedad que tenga en cuenta a las personas; sí se van a acordar de cuestiones tan cotidianas como la dependencia, la igualdad de género, la educación, la sanidad, etc.
Seguir su discurso, antes y después de las elecciones, nos lleva a pensar que tienen claro las políticas económicas, pero no está tan seguro que tengan propuestas para la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres. Valga como ejemplo que sólo se comenzó a hablar de igualdad cuando Cañete «metió la pata» y declaró su superioridad intelectual como hombre, como macho que tiene que contenerse para no agredir a las mujeres. «Si soy yo mismo entraría a matar… pero acorralar a una mujer indefensa… puede ser considerado machista”. La frase le descalifica, no merece más comentarios.
Es fácil hablar de igualdad de oportunidades cuando pasan estas cosas, pero para avanzar en igualdad es necesario mucho más, hay que asumir que vivimos en una sociedad patriarcal en la que las mujeres siguen siendo ciudadanas de segunda. Una sociedad en la que los hombres son quienes dominan la economía y los espacios de poder.
A modo de ejemplo vamos a analizar una noticia que, en apariencia, es para eliminar las desigualdades, pero que mirada con las gafas violeta puede significar algo muy distinto. «Cuidar a los hijos 5 años será mérito para ser letrado del CGPJ». La Comisión de Igualdad del CGPJ señala que «la mayoría de las licencias por conciliación para cuidado de hijos o de familiares enfermos son solicitadas por juezas y magistradas. «De no adoptarse una medida de esas características, se podría incurrir en una normativa discriminatoria -indirectamente- contra las mujeres».
Leyendo esto parecería que esta norma es beneficiosa para las mujeres, pero consideramos que esta medida puede estimular que las mujeres se sigan apartando del empleo remunerado durante un tiempo, con lo que seguirán desempeñando el rol de género que la sociedad les tiene asignado: cuidar. No vamos a negar que puede beneficiar a mujeres que dejaron su actividad profesional para dedicarse a las tareas de cuidar. Pero ojo, hacer de esto una norma puede significar, a medio y largo plazo, incentivar que las mujeres dejen su empleo para cuidar de las personas dependientes. Los hombres podrán así seguir desempeñando su papel de proveedores de la familia, tarea productora, sin tener que responsabilizarse de los cuidados, tarea reproductora.
Mientras los hombres no se corresponsabilicen de las tareas de cuidar estas medidas producen efectos negativos para las mujeres.