El relato único crea estereotipos y, el problema con los estereotipos
no es que sean falsos, sino que son incompletos.
Convierten un relato en el relato único.
Chimamanda Ngozi Adiche. El peligro de la historia única
El movimiento feminista es diverso y plural y como consecuencia los debates y enfrentamientos se repiten. Hace unos días hablando con una feminista de larga trayectoria dentro del movimiento por los derechos de las mujeres me decía: «Como siempre, no hay nada nuevo», pero sí hay algo nuevo, las redes sociales están propiciando enfrentamientos desmesurados.
Las redes sociales me gustan, me parecen una buena herramienta para conocer personas que de otra forma sería difícil, de hecho tengo buenas amigas que he conocido a través de este medio. El movimiento feminista se ha servido de las redes sociales para divulgar campañas, denunciar la falta o insuficiencia de políticas públicas, para alcanzar la igualdad de derechos de las mujeres o para denunciar las violaciones y abusos que sufren las mujeres. No obstante, los enfrentamientos en twitter o Facebook son constantes y en vez de facilitar el dialogo lo imposibilitan.
Es lo que ha pasado en los últimos meses, algunas feministas se han enzarzado en trifulcas sobre qué es ser feminista, sobre si determinadas acciones son feministas o no, sobre quienes son las promotoras de determinados logros del movimiento, etc. Hay grupos que orquestan campañas de desprestigio hacia las feministas que no comparten totalmente su ideario, pues consideran que sus planteamientos debes ser aceptados sin discusión.
Algunos temas en los que se discrepa
Uno de ellos es la abolición de la prostitución. He defendido siempre la abolición de la prostitución por considerar que se comercializa con el cuerpo de las mujeres, se las explota y humilla y considero que junto con la pornografía y los vientres de alquiler son tres ejes que deben estar presentes en las reivindicaciones del movimiento feminista, ya que se comercializa con el cuerpo de las mujeres como si de objetos se tratara. La prostitución es en estos momentos uno de los negocios más lucrativos y el producto con el que se comercia son las mujeres y las niñas. Algunos partidos políticos y grupos feministas pretenden legalizar la prostitución alegando la libertad de elección, como si las mujeres en situación de prostitución tuvieran posibilidades de elegir. Aunque las posturas se presentan como incompatibles, no estaría demás sentarse a dialogar.
Otro tema controvertido son los vientres de alquiler, la mal llamada «maternidad subrogada», evitando con este subterfugio reconocer que lo que se quiere legalizar es que personas con poder económico contraten a mujeres en situaciones de precariedad para satisfacer sus deseos. Recordemos que tener hijas/os no es un derecho. Al igual que en la prostitución, en este tema se alude a la libre elección, resulta cuando menos curios que las mujeres que deciden libremente prostituirse o gestar un bebé para otras personas sean personas de bajos recursos en su mayoría.
La pornografía ha adquirido en los últimos tiempos tal expansión que niñas y niños de 15 años ven pornografía, lo que va configurando su visión de las relaciones sexuales basadas en la humillación y explotación de las mujeres. Los últimos estudios señalan que niñas y niños menores de 13 años ven pornografía, es decir, ven como se humilla y degrada a las mujeres y es su escuela de aprendizaje en sus relaciones sexuales. La pornografía es actualmente la escuela de prostitución, por ello hay que regularla para impedir que niñas y niños tengan acceso a contenidos claramente denigrantes.
Otro debate abierto y que está provocando muchos enfrentamientos dentro del feminismo es la abolición del género. ¿Qué decir al respecto? Llevo unos meses leyendo y reflexionando sobre ello. Considero que hay que eliminar la construcción social del género que, como construcción cultural del patriarcado, condiciona la vida de las mujeres. Aunque en menor medida los hombres también se ven afectados. Eliminar el género es, pues, imprescindible para desactivar el sistema patriarcal.
No obstante, los debates actuales no van en este sentido, sino que confrontan ideas de la teoría queer, que habla de abolición de la diferencia sexual, de que no es necesario asignar un sexo al nacer o defienden la diversidad de géneros, entre otras cuestiones controvertidas. No comparto la idea de que se pueda abolir la diferencia sexual, ni otras muchas cuestiones que plantea esta teoría, pero me pregunto si es necesaria esta pugna, este enfrentamiento que lo único que propicia es debilitar los esfuerzos del movimiento feminista. Tenemos mucho que hacer, ¿por qué utilizar un tiempo y esfuerzo en debates que a menudo se presentan desde el inicio como superfluos en vez de centrarnos en el objetivo del feminismo: eliminar el patriarcado?
Estos último días el debate se está recrudeciendo a niveles alarmantes. Irene Montero, como ministra de igualdad, está recibiendo críticas desde sectores del movimiento feminista que considero innecesarias. Lo mismo ocurre con las mujeres que ha nombrado para formar su ministerio. Criticaré si toman medidas que, desde mi punto de vista, no beneficien al feminismo, a las mujeres, pero me he alegrado de que de nuevo haya un ministerio de igualdad, que mujeres de largo recorrido en el feminismo y mujeres jóvenes con recorrido político asuman cargos de relevancia para poner en marcha políticas públicas de igualdad. Hay que darles tiempo para trabajar y cuando sea necesario cuestionemos y critiquemos sus políticas, pero lo que está pasando en las redes sociales no es de recibo, feministas contra feministas. La extremaderecha debe estar frotándose las manos.
Defendamos nuestras posturas sin atacar, sin pretender que somos más feministas porque gritamos o insultamos más. Siento una inmensa tristeza. Reflexionemos.