El comienzo de cada año siempre nos lleva a la idea de recapitular y analizar lo que fue el año que termina, así como manifestar cuáles son los propósitos para el que comienza, las ideas de cambio, etc. Casi siempre esos deseos o propósitos se quedan en buenas intenciones, pero nos sirven para reflexionar, para hacer balance y esto es importante, pues, ¿quién no ve necesario hacer modificaciones en su vida cotidiana, cambiar algunos hábitos? Esto lo solemos hacer en lo personal, pero también en lo profesional, en todo aquello que afecta a nuestro día a día.
Como «lo personal es político«, difícilmente se pueden separar los deseos y propuestas personales de lo que deseamos en lo profesional y social, principalmente, de aquello por lo que trabajamos, sea o no de forma remunerada y que afecta a nuestra vida como mujeres. Si en 2016 no tuvimos mucho que celebrar, 2017 ha comenzado muy mal. Dos mujeres han sido asesinadas en los primeros días del año por el hecho de ser mujeres, porque los hombres siguen considerándose con derecho a decidir sobre su vida, sobre su cuerpo.
Las agresiones machistas continúan casi a diario. Una mujer fue empujada por su pareja por el balcón, estaba embarazada, un hombre se encuentra grave por defender a su cuñada de la agresión de su expareja. Otro hombre intentó violar a una mujer en la calle…
La violencia machista está tan presente en nuestra vida cotidiana que pasa desapercibida para la mayoría de la sociedad. Las mujeres son objeto de deseo y por eso se banaliza aquello que hacen y se ve normal que se hable de cómo van vestidas o peinadas. Titulares como «los vestidos de las campanadas«, «la presentadora más guapa de la TV sin maquillaje«, los vemos en la prensa con frecuencia, como si las mujeres que presentan un informativo o un programa de entretenimiento tuvieran que ser necesariamente bellas para realizar bien su trabajo. Estos titulares nunca se refieren a los presentadores hombres. ¿Por qué? ¿Es que ellos son bellos por naturaleza o son buenos profesionales por el hecho de ser hombres?
Hay una cuestión que merece la pena señalar, el Instituto de la Mujer «ha suspendido todos los procedimientos de la convocatoria de subvenciones para los postgrados de Estudios de Género y realización de actividades en el ámbito universitario relacionadas con la igualdad de oportunidades entre mujeres y hombres», esto lo leo en el muro de Mar Esquembre en Facebook. Como bien dice, no es fácil encontrar esta información. Aquí se puede acceder a ella.
¿Cómo es posible que la formación en Igualdad de Género tenga tan poca importancia para la Ministra, cuando las asociaciones de mujeres demandan formación en igualdad en diferentes ámbito: judicial, sanitario, académico, etc.? Hemos visto en estos días que el magistrado Antonio Salas pone en duda que el machismo esté detrás de la violencia de género, que ésta es consecuencia de la maldad humana y de la diferencia en la fuerza física. El catedrático Santiago Romero ha sido condenado por abusar sexualmente de tres profesoras. Eran amenazadas con la pérdida de su plaza, con boicotear sus trabajos de investigación o impidiéndoles leer su tesis doctoral. Además, les obligaba a citarle como coautor en sus publicaciones aunque no hubiera participado en las mismas. Los hechos ocurrieron entre 2006 y 2010 y ha seguido impartiendo sus clases.
Casi a diario vemos imágenes en la prensa ofensivas para las mujeres y vimos cómo TVE, financiada con dinero público, abría su programa de fin de año con un cantante reprobado por personas y asociaciones, porque sus canciones eran claramente machistas.
Pero lo más preocupante es que la nueva ministra de Sanidad, Asuntos Sociales e Igualdad (sólo si le queda tiempo para esto último, como escuché decir a una presentadora de tv), no se haya manifestado ante los casos de violencia machista y además deje sin subvenciones los estudios de género.
Mucho no tenemos que celebrar las mujeres este comienzo de año, pero esto no quiere decir que tengan la batalla ganada quienes excluyen a las mujeres, quienes tienden a minimizar sus logros y pretenden que sigan siendo monedas de cambio para una sociedad patriarcal y machista,. Hoy muchas mujeres no se resignan a ser utilizadas y menospreciadas y exigen sus derechos en todos los espacios, y son muchos las organizaciones que cada día reivindican la paridad en todos los espacios de poder o toma de decisiones, porque, como dice Victoria Camps, en el prologo de «El siglo de las mujeres»:
«El siglo XXI será, sin duda, el siglo de las mujeres; ya nadie detiene el movimiento que ha supuesto la mayor revolución del siglo XX. La paridad entre el hombre y la mujer es una realidad en muchos ámbitos; pero, aunque la igualdad conseguida es bastante satisfactoria, aún hay muchos obstáculos para una igualdad aceptable. Habría que destacar dos: la discriminación que sigue sufriendo la mujer en la vida privada y en la que, además, se mantiene una división del trabajo muy tradicional; por otro lado, el acceso de la mujer a cargos y puestos de mayor responsabilidad avanza con excesiva lentitud».