Las mujeres hemos logrado alcanzar cotas de igualdad impensables hace unas décadas, pero basta echar una mirada alrededor para ver el largo camino que aún queda por recorrer. Estos días estamos viendo en la prensa y en televisión situaciones de extrema violencia por parte de la policía. Hombres armados de porras que se ensañan contra la población apaleando y arrastrando por el suelo a personas. De forma más simbólica, el machismo lo vemos en las declaraciones de los políticos que parecen estar más enfocadas a demostrar su poder que a explicar lo que hacen.
¿Por qué los hombres necesitan siempre estar exponiendo su virilidad, su poder, físico, político o simbólico? ¿Por qué no piensan, razonan, proponen, dialogan…, en vez de enfrentarse como gallos de pelea midiendo sus fuerzas? Parecería, por el contrario, que no hay mujeres preparadas para abordar cuestiones de relevancia.
La sociedad patriarcal, en la que muchos hombres se encuentran muy cómodos, ensalza la masculinidad agresiva, la prepotencia masculina, como si se tratara de características inherentes al hecho de ser hombre. Cuanto más agresivo o más temerario sea un hombre, mejor consideración social tendrá. A las mujeres, por el contrario, se les exige que sean sumisas, recatadas y que oculten partes de su cuerpo para que los hombres ¡pobres ellos¡ no se exciten y se vean obligados a atacarlas. Porque no lo olvidemos, cuando los hombres piropean, tocan o violan a las mujeres son ellas las culpables, pues les están provocando. Si una mujer va por la calle con falda corta, camiseta escotada, etc., se expone a ser acosada, violada (!!es que van provocando¡¡). Sin embargo, los hombres pueden ir medio desnudos, exhibido su cuerpo y !qué raro¡ las mujeres que les ven no les acosan. Paseando por cualquier parque podemos ver a hombres haciendo deporte con pantalones minúsculos que insinúan sus atributos y sin camiseta pero, si pasan por delante de un grupo de mujeres, nunca he visto que éstas les digan piropos, les insulten o se acerquen a tocarles el culo. ¿Será que a las mujeres no les gusta ver un cuerpo masculino bien formado?
El machismo lo vemos reflejado en los medios de comunicación a través del lenguaje, utilizan un lenguaje masculino (supuestamente neutro), que como bien sabemos invisibiliza a las mujeres, ocultando las actividades que desarrollan actualmente en la sociedad. Porque, no debemos olvidar, que cuando se trata de hablar de profesiones se suele hablar de «los periodistas, los médicos, los catedráticos, etc»., pero sí se suele hablar de peluqueras, niñeras, cocineras (ellos son chef, no lo olvidemos). Es decir, que las profesiones menos valoradas socialmente, se denominan en femenino, lo que lleva a que en el imaginario colectivo esas sean profesiones que deben realizar las mujeres. Por ello, es importante que los medios de comunicación utilicen un lenguaje inclusivo, no sexista, para que las niñas y los niños vean que no hay profesiones a las que no puedan tener acceso. El sexo no puede ser es una traba.
Todo lo anterior nos lleva a pensar, ¿por qué en la mayoría de las tertulias de radio y televisión, en las que se analizan temas relevantes, son hombres los que debaten?
Es muy común escuchar que la igualdad entre mujeres y hombres ya se ha logrado, que quienes demandan una igualdad real son mujeres feministas que son unas radicales. Obviamente, quienes así se expresan saben muy bien que no es cierto, que las mujeres siguen discriminadas por el hecho de serlo. Lo que está en el fondo de esta idea es que consideran «natural» que las mujeres sigan desarrollando determinadas tareas como es cuidar de sus criaturas al nacer, que se hagan cargo del cuidado de la madre o el padre, cuando envejecen o enferman. Es decir, que las mujeres sean iguales pero…, siempre que no dejen de llevar a cabo las tareas que la división sexual del trabajo tradicionalmente les ha asignado y que van en detrimento de su desarrollo profesional y/o personal.
Incluso personas conscientes de que el género es una construcción social que ha condicionado la vida de las mujeres, defienden que la igualdad ya se ha logrado, que quedan algunas cosillas, pero que hay que tener paciencia, que con el tiempo se irán logrando. Esta idea parte, a veces, del hecho de que en nuestro entorno habitual la situación de desigualdad no es tan evidente, que los roles de género tienden a desvanecerse; pero cuando salimos de nuestra zona de confort, nos encontramos con cuestiones que creíamos ya superadas, pero que están más estancadas de lo que pensábamos.
El machismo de la sociedad se refleja con crudeza con la violencia machista. Los medios de comunicación siguen titulando «una mujer ha muerto a manos de su marido» y siguen entrevistando a vecinas/os y familiares que declaran que «eran una pareja ejemplar», que «él era una buena persona, pero tenía problemas con la bebida». Cualquier cosa para justificar el asesinato.
Para eliminar el machismo debemos ser intolerantes con las actitudes que denigran a las mujeres, que las invisibilizan y minimizan su labor en la sociedad. Mientras la dominación masculina sea tan normal que pasa desapercibida, la igualdad no será posible.