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Archive for the ‘#Covid_19’ Category

No hay nada esencial en la biología del sexo femenino

que haga a las mujeres más aptas

 para cuidar de sus semejantes que los hombres.

Victoria Camps

«Poner los cuidados en el centro», es una frase que escuchamos a menudo pero, como sucede con los slogans que se popularizan, carece de significado concreto. Porque, ¿qué significa poner los cuidados en el centro?

Habla Victoria Camps, en Tiempo de cuidados, de la «ética del cuidado», definiéndola como «una ética alternativa a la ética racionalista, pensada por y para un individuo racional y autónomo, sujeto de derechos». La ética del cuidado es más «una ética de casos», señala la autora, que parte del supuesto de que no existen soluciones válidas para todas las situaciones, aunque sean similares. La ética del cuidado «exige flexibilidad, adaptación a los contextos, actuación desde circunstancias que no son iguales aunque se parezcan».

Esta idea sitúa el cuidado a otro nivel, piensa en cómo debe ser tratada cada persona teniendo en cuenta su realidad concreta.

Pero…, una cosa es la teoría y otra la práctica cotidiana. Leer a Victoria Camps supone ver los cuidados a un nivel tan distinto del que tenemos actualmente que cabe preguntarse si los planteamientos de la autora no son más que una utopía, una idea que queda bien sobre el papel pero imposible de aplicar. Pensamos que el planteamiento que se hace en Tiempo de cuidados, no debe ser visto como utópico, sino como una guía, como el esbozo de un nuevo paradigma al que debemos aspirar si queremos una sociedad más justa.

Los cuidados no pueden seguir recayendo en las mujeres, como citamos al principio, no hay nada en la biología que determine que ellas están más cualificadas para cuidar. Es la sociedad la que ha delimitado el papel, las tareas que las mujeres deben cumplir en la sociedad, considerando que los hombres deben hacerse cargo de las tareas productivas dejando para las mujeres las de reproducción. La división sexual del trabajo no tiene sentido en las sociedades avanzadas. Es imprescindible el reparto de los cuidados. «La ética del cuidado en una democracia es una ética de reparto de responsabilidades».  

Todas las personas tenemos derecho a recibir los cuidados pero el derecho a ser cuidadas/os lleva implícita la obligación de cuidar. De acuerdo con Camps el derecho al cuidado, como todo derecho fundamental, debe estar garantizado por el estado. «Los gobiernos deben hacerse cargo de los cuidados y hacerlo repartiendo responsabilidades, procurando que la ciudadanía asuma también sus deberes de cuidado, que corresponda en cada caso».

Dice la autora en Tiempo de cuidados que hay que avanzar hacia una sociedad cuidadora, en la que se debe cuidar con cuidado. «No hay fórmulas que indiquen cual es la mejor forma de cuidar. Cuidar consiste en ir más allá, dar algo más que lo estrictamente necesario». Resulta complicado llevar a cabo esta idea de Camps si no se modifican de forma radical las condiciones en las que hoy día se presta el cuidado, ya sea de forma remunerada o no remunerada, en especial a las personas mayores y/o dependientes.

Hemos analizado en otras ocasiones las deficiencias en la aplicación de la Ley de Promoción de la Autonomía Personal y Atención a las personas en situación de dependencia, conocemos los problemas acaecidos en las residencias geriátricas durante el confinamiento, valoramos los esfuerzos que se están realizando para salir del atolladero en el que se encuentra el sistema de atención a la dependencia y que el COVID-19 agudizó. Dada la realidad que vivimos, leer a Camps produce una cierto desasosiego, cierta desesperanza. ¿Cómo cuidar teniendo en cuenta los deseos de la persona, acompañándola en su proceso de envejecimiento pero respetando su autonomía en las condiciones que se prestan hoy los cuidados? Hay mucho que hacer, mucho que cambiar en las políticas públicas de cuidado si queremos que pasen del modelo asistencial al de acompañamiento,  si queremos caminar hacia una democracia de cuidados.

No vamos a hablar del «autocuidado», que analiza Camps, sólo apuntaremos algunas interrogantes que ella plantea. «¿Cómo entender el autocuidado para que no sea un obstáculo para el cuidado del otro?», «¿en qué medida el cuidado de sí puede entenderse como una condición necesaria para cuidar de los demás?»

Finalizamos con la pregunta que hacíamos al principio, ¿qué significa poner los cuidados en el centro? Pues cambiar de paradigma, aplicando el modelo que se plantea en Tiempo de cuidados, que no es fácil de implantar pero que sería ventajoso para toda la sociedad.

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La insensatez nos ha llevado a que en Madrid, en plena pandemia, se afronten unas elecciones que cada día se complican más, o tal vez no, porque en estos momentos se está poniendo en evidencia, por si alguien tenía dudas, qué defiende la derecha y la extrema derecha.

No es agradable pensar que en Madrid lleva gobernando la derecha muchos años y no quiero ni imaginar que lo siga haciendo. El deterioro del sistema sanitario es evidente, la atención primaria sigue funcionando a medio gas desde comienzo de la pandemia, las instalaciones de los centros hospitalarias se descuidan. Mientras se construye un nuevo hospital, con un coste increíble, que sigue meses después de su apertura sin las condiciones para atender a pacientes de COVID, para lo que fue construido.

El personal sanitario sufre la falta de gestión y ve cómo sus esfuerzos chocan con la incoherencia de quienes tienen la obligación de facilitarles su trabajo. La candidata Díaz Ayuso insulta a las personas que se han visto en la necesidad de acudir a las llamadas «colas del hambre» diciendo que son «mantenidos y subvencionados» ¿cabe más indecencia?

El fascismo se quiere hacer ver y protagoniza episodios para salir en la prensa, una toreando, otro fumando un puro en plan cacique y finalmente faltando al respeto al resto de candidatas y candidatos en un debate de radio. Negarse a condenar las amenazas recibidas por Iglesias e insinuar que se trata de un montaje es poner de manifiesto, sin ningún tipo de filtro, su ideología fascista. Una amenaza con balas es terrorismo y debe condenarse de forma expresa, sin ningún tipo de paliativo. Las amenazas las recibieron junto a Pablo Iglesias, el ministro Fernando Grande-Marlaska y la directora general de la Guardia Civil, María Gámez. Vaya mi condena mas absoluta.

La gestión de Madrid no puede seguir en manos de quienes desprecian a las personas migrantes, que mienten sobre las/os menores que llegan a nuestro país en busca de una vida digna. El gobierno de la Comunidad de Madrid se ha olvidado de quienes van a trabajar en transporte público cada día. El hacinamiento en el metro se ha denunciado de forma constante, pero la presidenta decía que el metro es seguro porque » la gente no va abrazada».

Las residencias de mayores tenían una gestión muy deficiente, algo bien sabido, pero no se hizo nada antes ni durante la crisis. Se dejó morir a las personas mayores sin atención, sin facilitar la hospitalización, más bien impidiéndola, con las consecuencias que tan bien conocemos. Pero se responsabiliza a otros de la mala gestión, como si no supiéramos que son competencia de las comunidades autónomas. La atención a la dependencia requiere de forma urgente una gestión pública y un modelo de atención que impida que en un futuro se cometan los mismos errores.

El #4M nos jugamos mucho en Madrid, las mujeres en mayor medida, pues la igualdad de derechos y oportunidades, para quienes han gobernado estos años, en especial los dos últimos, es cosa de risa. No les ha importado que muchas mujeres se hayan visto abocadas a dejar el trabajo o reducir la jornada laboral por tener que cuidar a menores y dependientes. Que la extrema derecha no tenga el menor poder de decisión es lo que tenemos que conseguir.

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Este #8M se presenta complicado. El #COVID_19 ha trastocado nuestra vida, la pandemia está haciendo que nos replanteemos algunas convicciones y que nos reafirmemos en otras. La más importante es que la reivindicación de los derechos de las mujeres sigue siendo prioritaria.

La Delegación del Gobierno de Madrid ha prohibido las concentraciones convocadas por diferentes colectivos feministas, a pesar de que se garantizaba que se cumplirían todas las medidas sanitarias. Manifestarse es un derecho, no lo olvidemos. Pero se ¡¡¡prohíben¡¡¡ las concentraciones feministas. Dicen que por «motivos de salud pública», cuando durante estos meses se han permitido manifestaciones de todo tipo en Madrid, cabe preguntarse ¿Qué tienen de diferente las concentraciones feministas en lo que a salud pública se refiere?

A menudo he citado la frase de Simone de Beauvoir “No olvidéis jamás que bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida». La crisis sanitaria, social y económica que estamos viviendo, lo confirma, pues afecta en mayor medida a las mujeres y pone en cuestión algunos de los derechos alcanzados.

La solidaridad entre feministas es prioritaria en estos momentos en que la crisis pone en peligro los logros con tantos esfuerzos alcanzados. La derecha es cada vez más virulenta en sus ataques al feminismo. Unamos esfuerzos contra la reactivación del patriarcado, nuestros desacuerdos, legítimos e imprescindibles, no deben ser una barrera para trabajar unidas y seguir reivindicando que los derechos de las mujeres no pueden retroceder.

El confinamiento y las restricciones posteriores han supuesto una sobrecarga de trabajo para las familias, que ha recaído ¡¡cómo no¡¡¡ en las mujeres, en especial los cuidado. El cierre de los colegios y posteriormente el recorte de recursos educativos, ludotecas, actividades extraescolares, el cierre de centros de día para mayores, etc., está suponiendo una sobrecarga de trabajo que asumen, en su mayor parte como siempre, las mujeres.

Este #8M2021 exijamos corresponsabilidad en los cuidados, es decir, que los hombres y las administraciones asuman la parte que les corresponde.

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Resumir en un post lo que ha sucedido en un año nunca es fácil y este año es mucho más complicado. El #COVID19 cambió nuestras vidas, nos forzó a modificar nuestros hábitos, nuestras actividades cotidianas, nos vimos en la obligación de quedarnos en casa y dejar de relacionarnos cara a cara con familia y amistades.  No cabe duda que la #pandemia es mucho más dura de lo que en un principio pensábamos y sigue marcando nuestro día a día.

Toda la sociedad se ha visto afectada por esta crisis sanitaria, económica, social y política, más lo que quede por venir. Pero es evidente que cada persona enfrenta la crisis desde posiciones diferentes ya sea en lo profesional, lo personal, en lo sanitario, en lo económico…

Las mujeres saldremos perjudicadas de esta crisis porque, como dijo Simone de Beauvoir …bastará una crisis política, económica o religiosa para que los derechos de las mujeres vuelvan a ser cuestionados. Estos derechos nunca se dan por adquiridos, debéis permanecer vigilantes toda vuestra vida.

En lo que a militancia feminista se refiere, no todo ha sido tan cómodo. Tras el #8M2020, tan denostado y cuestionado por la derecha, también se produjeron desencuentros  dentro del movimiento feminista que me afectaron, fue duro y lo sigue siendo. Quedarme en casa en un primer momento me sirvió para recapacitar, reconsiderar muchas cuestiones y reflexionar sobre mi posición como feminista. Leí, pensé, me replanteé muchas cuestiones y a día de hoy sigo con preocupación la deriva que en determinados ámbitos se está enquistando. Debatir en privado con otras feministas, ver que las sinergias eran posibles, que se pueden mantener posturas diferentes en algunos temas pero que, con respeto, se puede dialogar y se puede trabajar juntas, ha sido muy positivo durante estos meses.

Pensaba que el aislamiento podría servir para suavizar las tensiones, para reconsiderar desencuentros, para limar asperezas… No ha sido así y nos encontramos finalizando el año con posiciones cada vez más enfrentadas. Parece que el movimiento feminista que desde hace unos años estaba en la agenda política y mediática está desestabilizándose desde dentro.

Son muchas las feministas que dicen que el feminismo está roto, se habla de brecha generacional y un largo etcétera de cuestiones relativas a los debates que se están desarrollando en las redes sociales y de los que se hacen cada vez más eco los grandes diarios. Señalada la preocupación por la deriva que está tomando el feminismo, coincido con quienes plantean que el movimiento feminista sigue vivo pero que ya no tiene la fuerza que tenía dos, tres años atrás. Una parte del feminismo se está fragmentando, cierto, pero creo que más allá de los enfrentamientos magnificados por los medios, hay muchas feministas, cada vez más, que en pequeños grupos siguen reforzando el activismo feminista, trabajando por el cambio social, para avanzar en un modelo de sociedad en el que todas y todos tengamos los mismos derechos, las mismas oportunidades. El feminismo sigue activo.

No voy a negar que posicionarse o no sobre determinadas posturas está condicionando a muchas mujeres, parecería que sólo caben ideas enfrentadas: o estás conmigo o estás contra mí. La fuerza mediática de algunos grupos puede llevar a pensar que no hay otras ideas que se estén debatiendo dentro del feminismo. En este sentido quiero recordar lo que dice Chimamanda Ngozi Adiche[1]: El relato único crea estereotipos y, el problema con los estereotipos no es que sean falsos, sino que son incompletos. Convierten un relato en el único relato.

El feminismo es diverso, plural y por ello no podemos pretender que todas las feministas centremos nuestro activismo en una cuestión concreta, no se trata de que todas dediquemos nuestro esfuerzo en eliminar un solo tipo de discriminación… Son tantos los ámbitos en los que las mujeres estamos discriminadas, es aún tan fuerte la discriminación y desigualdad que sufrimos, que todas y cada una podemos dedicarnos a aportar nuestro conocimiento y esfuerzo en aquellas tareas en las que nos vemos más preparadas o en lo que por sensibilidad o emotividad nos pueda afectar más.

Hay mucho trabajo por hacer ¿por qué considerar que lo que para un grupo es importante debe ser fundamental para todas? ¿Por qué no dejamos de cuestionar las ideas de una plataforma o asociación y trabajamos en el tema que sea importante para nosotras? ¿Por qué quedando tanto por hacer empleamos tanto tiempo y nos desgastamos en enfrentamientos?

No comparto algunas de las ideas que defienden grupos feministas pero no veo para qué voy a dedicar tiempo a cuestionar sus posturas. Procuro leer los argumentos que presentan y pensar en ellos con el ánimo de reflexionar, de entender su postura. Una veces me convencen, otras no, pero evito descalificar a quienes piensan diferente, por muy alejadas que estemos teóricamente. La confrontación no aporta, el dialogo sí, pero en estos momentos es lo que se echa en falta.

Finalizo con una frase que escribí a primeros de año: Defendamos nuestras posturas sin atacar, sin pretender que somos más feministas porque gritamos o insultamos más. Siento una inmensa tristeza. Reflexionemos. Nos jugamos mucho en ello.

Por un 2021 feminista


[1] El peligro de la historia única. 2018

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Los avances que con tantos esfuerzos hemos logrado las mujeres están sufriendo un retroceso desde que el #COVID19 comenzó a modificar nuestra vida, tanto en lo social, como en lo político o en lo económico. Amplios sectores de la población han visto como se destruyen sus empleos y con ello como limita su acceso a las necesidades básicas de supervivencia. Las mujeres, una vez más, salimos perjudicas de esta crisis al ser nosotras las que realizamos la mayor parte de las tareas de cuidar, esas tareas necesarias e imprescindibles, que la sociedad patriarcal nos asigna a las mujeres y que son hoy más necesarias que nunca. A pesar de ello  siguen siendo las tareas a las que les da menor valor social y económico.

Conviene no olvidar que son las mujeres, en muchos casos migrantes que trabajan en condiciones de precariedad y que no se encuentran en condiciones de exigir sus derechos, las que siguen cuidando y a menudo sin la debida protección ante el COVID19.

Ante tanta desesperanza parece una buena noticia que se hayan publicado dos reales decretos de igualdad retributiva entre mujeres y hombres y el que regula los planes de igualdad y su registro y modifica el Real Decreto 713/2010. Ambos presentan importantes novedades que esperamos y deseamos den resultados reales.

Respecto de los Panes de Igualdad (PI), desde que en 2007 la Ley orgánica para la igualdad efectiva de mujeres y hombres, reguló su implantación, se pensó que era una medida importante para avanzar en el camino de la igualdad de oportunidades y de derechos de las mujeres. Trece años después los resultados no son positivos y ello se debe a varias razones.

1) La elaboración de PI era una recomendación para las empresas con más de 250 trabajadoras/es. Teniendo en cuenta que el tejido empresarial de nuestro país es mayoritariamente de PYMES, aun cuando se hubiera cumplido la legislación el resultado habría  sido insuficiente.  

2) Aunque se señalaba el deber de negociar planes de igualdad en las empresas, no se contemplaba ninguna penalización si se incumplía la legislación.

3) A menudo las empresas que elaboraban PI se limitaban a tomar algunas medidas sin hacer el diagnóstico previo imprescindible para que fuera eficaz. Un PI debe cumplir algunos requisitos previos. Me remito a un post anterior que resume los datos a analizar para elaborar un PI.

Para potenciar la elaboración de PI se creó en  2009 un distintivo empresarial en materia de igualdad para aquellas empresas que destacasen por la aplicación de políticas de igualdad. No obstante, como señala el Real Decreto-ley 6/2019, de 1 de marzo, los resultados fueron discretos, cuando no insignificantes, lo que contraviene la propia finalidad de la citada ley orgánica, por ello se estableció la obligatoriedad de que todas las empresas con cincuenta o más personas trabajadoras elaboraran y aplicaran un plan de igualdad. Los resultados han sido también deficientes.

En el real decreto ahora aprobado se establece el diagnóstico, como elemento esencial de la obligatoriedad de los planes, así como el desarrollo de las medidas y sistemas de seguimiento y evaluación, subrayándose la necesidad de adoptar criterios y plazos de revisión que garanticen la eficacia y adecuación de los planes de igualdad.

Por lo que respecta a la igualdad salarial, los avances son pocos y siempre relativos, ya que los roles de género siguen perjudicando a las mujeres, tanto en el acceso como a la promoción en el empleo. Por ello parece especialmente relevante que el real decreto de igualdad retributiva obligue a que todas las empresas deban tener un registro retributivo de toda su plantilla, incluido el personal directivo y los altos cargo. Esta información deberá estar desagregada en atención a la naturaleza de la retribución, incluyendo salario base, cada uno de los complementos y cada una de las percepciones extrasalariales.

La correcta valoración de los puestos de trabajo es imprescindible para eliminar las discriminaciones existentes. En este sentido el decreto dice: Conforme al artículo 28.1 del Estatuto de los Trabajadores, un trabajo tendrá igual valor que otro cuando la naturaleza de las funciones o tareas efectivamente encomendadas, las condiciones educativas, profesionales o de formación exigidas para su ejercicio, los factores estrictamente relacionados con su desempeño y las condiciones laborales en las que dichas actividades se llevan a cabo en realidad sean equivalentes. Los trabajos que mayoritariamente realizan las mujeres han sido tradicionalmente valorados peor y en consecuencia se recibe menor remuneración que los realizados por los hombres. De ahí la importancia de esta medida.

Tanto la ministra de trabajo Yolanda Díaz como la de igualdad Irene Montero, resaltaron en la presentación de los reales decretos, que el incumplimiento seria cusa de sanción.

Una vez señalada la indudable importancia que tiene la puesta en marcha de las disposiciones señaladas, hay que recordar que incluso en el caso de que se cumplieran en su totalidad, son muchas las mujeres que seguirían sufriendo situaciones de discriminación.

Las desigualdades y desequilibrios se están sufriendo a nivel global y por ello debemos estar alerta. En este sentido el informe de Forética sobre la Agenda 20/30 señala que antes de que comenzara la crisis producida por del COVID-19 ya se evidenciaba que no llegaríamos al 2030 con el éxito esperado y sin dejar a nadie atrás, hoy nos encontramos con que el  47% de los ODS podrían verse impactados negativamente, como el ODS 4, educación de calidad, o el ODS 5, igualdad de género.

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La violencia machista es un problema estructural que se perpetúa en nuestra sociedad, así lo refleja la MACROENCUESTA DE VIOLENCIA CONTRA LA MUJER 2019. Los datos de la encuesta son escalofriantes:

.- 1 de cada 2 mujeres (57,3%) residentes en España de 16 o más años ha sufrido violencia a lo largo de sus vidas por ser mujer. Suponen 11.688.411 mujeres.

.- Un 8,7% (1.778.550 mujeres) han sufrido violencia física antes de cumplir los 15 años de edad.

Un dato alarmante, por las consecuencias que tiene para la salud física y psíquica de la infancia, es que el 51,7% de las mujeres, que han sufrido violencia física, sexual o emocional de alguna pareja y tenían hijas/os en ese momento, afirman que estos presenciaron o escucharon lo que ocurría y que sus hijas e hijos menores sufrieron violencia a manos de la pareja violenta.

Las mujeres hemos logrado importantes avances, como el acceso a la educación o al empleo, pero no han servido para erradicar la violencia que, por el hecho de ser mujeres, sufrimos a diario.  A veces se presenta la violencia machista como algo del pasado, como si la sociedad machista y patriarcal hubiera desaparecido. Los avances en igualdad de derechos y oportunidades que hemos alcanzado tendrían que servir para que la violencia de género cesará, para que las generaciones de mujeres jóvenes no tuvieran que soportar lo que sus predecesoras hemos vivido, pero la encuesta citada demuestra que las jóvenes son las que más sufren violencia machista.

.- El 71,2% de las mujeres de 16 a 24 años sufren acoso sexual o violencia física o psíquica por parte de sus parejas o exparejas.

Pero ¿quién maltrata, viola o comete abuso sexual? La Macroencuesta lo deja claro: El 99,6% de las mujeres que han sufrido violencia sexual experimentaron esta por parte de un agresor hombre. Esto nos lleva al hecho de que si 11.688.411 de mujeres han sufrido algún tipo de violencia, ese es el número de hombres que agreden a sus parejas o exparejas, a niñas o jóvenes, a mujeres con las que tienen algún tipo de relación o parentesco, porque no debemos olvidar que las agresiones a menores son perpetradas en el entorno familiar.

Los datos de esta encuesta debería poner la violencia machista en primer plano de la agenda política, económica y social y la pandemia que estamos viviendo no puede servir de justificación para que esta realidad se olvide. Las mujeres son las más perjudicadas en esta crisis que sufrimos como consecuencia del COVID19 por diversas razones.

El sector servicios es uno de los que más está sufriendo la pandemia y las mujeres trabajaban mayoritariamente en este sector de producción. Hemos denunciado de manera reiterada que los cuidados no deben ser «cosa de mujeres», que debe avanzarse en la corresponsabilidad, tanto de los hombres como de las administraciones y empresas.

El cierre de los colegios, centro de atención a mayores y dependientes, la tragedia de las residencias geriátricas, etc., han  agudizado un problema endémico y al que no se le ha prestado la suficiente atención. El mayor peso de los cuidados está recayendo sobre las mujeres, lo que tiene consecuencias desastrosas. son muchas las migrantes que trabajan cuidando de las `personas mayores en condiciones de precariedad, sin tener opción de acceder al Ingreso Mínimo Vital, por no tener papeles. Cuando estas mujeres dejan de percibir ingresos no sufren ellas solas, sus hijas e hijos se ven privados de lo necesario para sobrevivir.

Tampoco podemos olvidarnos de la dramática situación de las mujeres inmersas en el sistema prostitucional, encerradas en prostíbulos, más sometidas que nunca al poder de los proxenetas, ¿qué pueden hacer más que seguir siendo explotadas? Se está demandando el cierre de los prostíbulos por cuestiones de salud para los mal llamados «clientes», pues si deben cerrarse porque son espacios de explotación de mujeres. Pero hay que ofrecer soluciones habitacionales,  económicas y formativas para que esta medida sea real y pueda mantenerse a largo plazo. El cierre de prostíbulos podría ser el primer paso para abolir la prostitución. De nuevo tenemos que tener claro que los prostíbulos se mantienen porque hay hombres que están dispuestos a pagar por disponer a su antojo del cuerpo de las mujeres.

Los hombres de nuevo son los que ejercen la violencia sobre las mujeres.

 

 

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Fui sobre agua edificada. Mis muros de fuego son. Esta es mi insignia y mi blasón

Mural pintado por Alberto Corazón en la fachada de un edificio de plaza de Puerta Cerrada

El aislamiento pasa factura, no importa que hayas vivido estos casi tres meses en una situación digamos privilegiada, Quiero decir acompañada, en un espacio con todas las comodidades y sin problemas reseñables. No salir de casa durante tanto tiempo da una sensación de irrealidad, sobre todo al principio. Disponer de las nuevas tecnologías ha sido importante. Ver, aunque sea a través de una pantalla, a las personas más cercanas ha sido fundamental y a pesar de disponer de todas estas ventajas, la crisis que vivimos afecta.

Escribí mi primera entrada en este espacio un mes después de comenzar el estado de alarma. Reclamaba en ese post una renta básica, renta mínima o renta vital. Hoy celebro que el gobierno haya aprobado un Ingreso Mínimo Vital. Analizaremos en otro momento si va a dar cobertura a todas las personas que necesitan ayuda para cubrir las necesidades más básicas, pero lo que es seguro que es una buena medida, importante y necesaria.

Hoy me propongo hablar de la Comunidad de Madrid, de la mala gestión de su presidenta y de las consecuencias que está teniendo y tendrá para el conjunto de la población. Una de las cuestiones más dolorosas que hemos vivido estos meses ha sido la desatención en la que han vivido las personas mayores que estaban en residencias o vivían solas. Más de 5.000 mayores han fallecido en las residencias de la Comunidad de Madrid. En torno al 90% eran de residencias privadas y concertadas.

La Comunidad de Madrid hizo caso omiso de las reiteradas denuncias que desde diferentes ámbitos se venían haciendo de la desatención que sufrían las personas mayores en las residencias. En algunos casos el personal de dichas residencias también denunciaba la precariedad con la que realizaban su trabajo. También ahora pretende desentenderse del problema y mirar para otro lado cuando se denuncia que se establecieron protocolos para que no se llevara a las personas mayores infectadas por coronavirus a los hospitales.

El daño que la presidenta Ayuso está haciendo tendrá consecuencias incalculables. Debemos recordar que las residencias de mayores son necesarias y en algunas casos imprescindibles. Hablamos de unas residencias en las que las personas vivan en condiciones dignas, en la que estén cuidadas por profesionales con la cualificación adecuada y con atención sanitaria. Costará recuperar la confianza en estos centros, en un momento en el que el estigma que implica llevar a una persona mayor se estaba superando. Centros de día, residencias y atención domiciliaria deben recuperarse lo antes posible, pero no de cualquier manera, con medios adecuados y con gestión pública.

No voy a relatar todas las noticias sobre las atrocidades que se han vivido en las residencias de mayores de la CM y que hemos ido conociendo estos meses, lo que queremos es recordar a todas las mujeres y hombres que se merecían una vida mejor y que por ineptitud de la presidenta Isabel Díaz Ayuso no han tenido. La gestión de las residencias se ha dado a grupos empresariales a los que nada les importan como viven o mueren quienes residen en dichos centros. Lucrarse con los bienes públicos es incalificable, hacerlo con la vida de las personas mayores supone una falta de ética que no puede quedar impune.

La presidenta Ayuso debe dejar de presentarse ante la ciudadanía como si lo que pasa en la comunidad no fuera con ella, solo toma medidas cuando se trata de dejar sin cobertura a las personas más vulnerables. Hoy CC.OO denuncia que ‘La Comunidad de Madrid elimina más de 14.000 plazas en la escuela pública el curso que viene‘. No todo vale señora Ayuso, la educación debe ser pública y gratuita desde los cero años.

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Resulta complicado analizar lo que está pasando desde la comodidad de la casa, porque estar aislada no deja de ser una ventaja que muchas personas vivimos estos días. Es duro no poder salir pero, pensando en quienes salen a la calle cada día para mantener abierta una tienda de alimentación, para informar de lo que sucede, para cuidar de las personas dependientes, para ir a los hospitales y salvar vidas, para transportar productos de primera necesidad, etc., etc., decir #YoMeQuedoEnCasa es, en alguna medida, un privilegio.

Las cifras sobre el contagio nos abruman, mucho más las muertes que se producen a diario o la situación de saturación en algunos hospitales o la falta de medios. No es posible enumerar todas las noticias que cada día nos llegan y nos conmueven, pero los fallecimientos en las residencias de mayores han superado la capacidad de asimilar la crisis.

El #COVID-19 afecta a toda la población, pero las consecuencias no son las mismas para todas las personas. Hay colectivos que son más vulnerables y sufren cualquier crisis con crudeza. Pensamos en las personas sin techo, en menores sin recursos, personas mayores que viven solas… ¿Cómo pueden hacer frente a un virus devastador?

Los cuidados son en estos momentos más necesarios que nunca y, como bien sabemos, son las mujeres quienes los prestan en la mayoría de los casos y lo hacen en situaciones de precariedad que las expone al contagio. Pensemos en las trabajadoras domésticas, en las que cuidan a mayores y dependientes, en muchos casos son mujeres migrantes que no se encuentran en condiciones de exigir sus derechos, todas están sometidas a una gran presión y peligro de contagio

Pensemos en las niñas y mujeres desplazadas, que sufren violencias sexuales, en las mujeres maltratadas, a quienes el aislamiento les obliga a permanecer en casa con su agresor. No olvidemos tampoco a las mujeres prostituidas que son explotadas por proxenetas y mafias y se ven confinadas en prostíbulos o pisos, sin tener dónde acudir.

La situación a la que nos enfrentamos debe hacernos reflexionar qué tipo de sociedad queremos reconstruir cuando esta pandemia finalice, porque lo que está claro es que la situación ya no será la misma.

Opinar sin salir de casa es anómalo y por eso me ha costado tiempo escribir, tengo la sensación de que en estos momentos hay dos tipos de vida, quienes tienen que salir a trabajar y quienes tenemos que quedarnos en casa. Estar en casa no significa evadirse de la realidad, pero influye en nuestra visión de la realidad.

Considero que el apoyo al gobierno de coalición es imprescindible, máxime cuando la derecha y la extrema derecha atacan sin control y con bastante inconsistencia cada medida que toma. Vivimos una situación para la que nadie tiene las recetas adecuadas, se improvisa, claro, no hay recetas seguras, pero una oposición que no fuera destructiva e irracional, hubiera sido positiva.

Apoyar al gobierno no quiere decir que haya que aceptarlo todo sin una posición crítica, sin pensar que hay medidas que deberían tomarse con urgencia. Es el caso de la renta básica, renta mínima o renta vital, que muchas personas deseamos que se implante sin dilación. Sin entrar en debates sobre cómo debe denominarse, considero imprescindible que de forma urgente se aprueben medidas para que las personas/familias que están sufriendo esta crisis sanitarias con mayor crudeza, reciban un salario que les permita sobrevivir con dignidad.

Leyendo a algunas economistas feministas, parece claro que es posible hacerlo sin dilación, que se estipule una renta de forma inmediata, más allá de que posteriormente sea permanente o se denomine de otra manera. Queremos volver a la «normalidad», por supuesto, pero no se trata de volver al modelo de sociedad de hace un mes. En estos momentos tenemos la oportunidad de cambiar ese modelo y dar prioridad a las necesidades de las personas que sufren siempre y ahora viven situaciones insostenibles.

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Guía de actuación para mujeres que estén sufriendo violencia de género en situación de permanencia domiciliaria derivada del estado de alarma por #COVID-19

WhatsApp de apoyo emocional inmediato:
Escribe a: 682916136 / 682508507

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El 016 sigue funcionando con normalidad las 24 horas, todos los días de la semana. Puedes asesorarte sobre los recursos disponibles y los derechos de las víctimas de violencia de género:

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Este servicio se presta en 52 idiomas y con un servicio adaptado a posibles situaciones de discapacidad &gt&gt Servicio Telesor www.telesor.es Se abrirá en una ventana nueva. ; servicio de videointepretación svisual www.svisual.org

Si eres víctima de violencia de género, recuerda:

 

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Agradezco a Lidia López Miguel que haya puesto en abierto, para leer on-line mientras dure el confinamiento por el #COVID_19 mi libro «Caminado hacía la igualdad. Un proyecto profesional, personal y político». Facilitar la lectura en estos momentos de aislamiento es fundamental y es de agradecer que las editoriales Lastura Ediciones y a Juglar, a pesar del momento duro que están pasando, permitan que las personas interesadas puedan leerlo.

A quienes os gusta leer en papel, el libro sigue disponible en librerías, o podéis pedirlo a Lastura, te lo llevan a casa sin coste. Eso si, por solidaridad, los repartos se harán cuando finalice el confinamiento

En el libro recojo una pequeña parte de lo que he publicado en los últimos diez años, estando algunos de los temas que analizo de máxima actualidad en los momentos que vivimos. La pandemia del #coronovirus está poniendo de manifiesto las deficiencias del sistema de bienestar y cómo los recortes en sanidad o dependencia, están haciendo más complicado atender a las personas que más lo necesitan.

Escribo este post conmocionada con la noticia de que el ejército ha encontrado en residencias de mayores a personas muertas junto a residentes sin atención. La epidemia ha sacado a la luz las deficiencias que se venían denunciando hace tiempo en las residencias (dependían de las CC.AA. hasta el comienzo del estado de alarma). Las trabajadoras del hogar y las que cuidan a mayores y dependientes denuncian que se ven obligadas a trabajar sin protección y en condiciones cada vez más precarias.

Hace unos días grabé un vídeo para la CAMPAÑA: “Mujeres Por La Paz’ de América” Unidas por una misma causa. #EmbajadorasporlaPaz #Covid_19.

Como digo en el vídeo, debemos pensar que sociedad queremos reconstruir cuando esta pandemia finalice. Como feminista abogo por una sociedad más justa e igualitaria para todas las personas, en la que las mujeres tengamos los mismos derechos y las mismas oportunidades, Anhelo un modelo de sociedad diferente, donde los cuidados  sean una prioridad de las políticas públicas.

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