La polémica sobre la posición de la RAE respecto de las guías de lenguaje no sexista continúa. En este caso la opinión de Paco Rozas[1].
El pasado domingo, 04-03-2012, El País publicó el artículo titulado “Sexismo lingüístico y visibilidad de la mujer” de Ignacio Bosque, miembro de la Real Academia Española y ponente de la Nueva gramática de la lengua española. En él se analizaban algunas guías de lenguaje no sexista.
En el punto 1 lo primero que llama la atención son las manifestaciones del autor al avisarnos de que “la mayor parte de estas guías han sido escritas sin la participación de los lingüistas” y que “cabe pensar que los responsables o los impulsores de las demás guías entienden que no corresponde a los lingüistas determinar si los usos verbales de los hispanohablantes son o no sexistas”.
¿Por qué tiene que ser la RAE la garante universal de la lengua?, creo que debemos partir del hecho de que el lenguaje es algo vivo, algo que evoluciona continuamente, que se adapta a los nuevos tiempos y cada vez más rápidamente. Por muy institucionalizada que esté la Academia y por mucha tradición que tenga, no puede arrogarse el privilegio y la exclusividad de cómo tenemos que hablar. Ahí tenemos el inglés evolucionando contantemente y el francés encorsetado por otra Academia que impide su evolución y por ende su difusión.
Allá por los 70 yo quería comprar un “magnetofón”, resulta que la Academia decidió estudiar cuál sería la forma más correcta de nombrar a este nuevo aparato recientemente incorporado a nuestra vida cotidiana y determinó llamarlo “magnetófono”, toda España tuvo que olvidar la forma cotidiana de denominar a este aparato y cambiar de palabra ¿cómo es posible que toda España dijera magnetofón y un grupo de expertos decidiera otra cosa? Menos mal que no se fijaron en el verbo hacer, ¿se imaginan tener que volver a “desfacer entuertos”?
En este estado de cosas no extraña ver escrito en el artículo, como si de una afrenta infinita se tratara, que los textos de estas guías “contienen recomendaciones que contravienen… normas de la Real Academia Española y la Asociación de Academias”, que atrevimiento, lo primero que habría que hacer es quemar todas esas guías y llevar a la hoguera a sus autoras/es y defensoras/es, no sea que cunda el ejemplo y lleguemos a un punto en que nadie haga caso a la Academia.
Más adelante afirma el autor que “tiene, pues, pleno sentido preguntarse qué autoridad (profesional, científica, social, política, administrativa) poseen las personas que tan escrupulosamente dictaminan la presencia de sexismo en tales expresiones”. !Claro¡, que atrevimiento, gente que incluso puede que ni tenga estudios y a pesar de ello se aventura a decidir sobre lo divino y lo humano.
En el punto 5 se resalta que CCOO dice “el uso del masculino con valor genérico implica un trato lingüístico discriminatorio”, y el autor se pregunta ¿cómo han de reaccionar las mujeres que no perciben en él tal discriminación? Analicemos el sistema esclavista o mejor aún los sistemas dictatoriales de los que nosotras/os tenemos un triste pasado ¿hemos de pensar que desde el momento en que parte de quienes están sojuzgados dicen que están felices, deseando esa vida, queda confirmada la idoneidad de tal sistema político, por execrable que sea?
Más adelante vemos otra clase de argumentación “He tenido la oportunidad de revisar recientemente una selección de textos de Soledad Puértolas, Maruja Torres, Ángeles Caso, Carmen Posadas, Rosa Montero, Almudena Grandes, Soledad Gallego-Díaz, Ángeles Mastretta, Carmen Iglesias y Margarita Salas, y puedo asegurar que ninguna de estas mujeres sigue las directrices contra el supuesto sexismo verbal que se propugnan en las guías que estoy comentando”, desde mi punto de vista esta es otra falacia, no sé si deliberada o inconsciente, yo creo que lo que hacen todas las guías sexista es poner el dedo en la llaga de un problema que cada vez se visibiliza más, el uso de un lenguaje alejado de la realidad.
La cuestión está en que el lenguaje no es inocente, aséptico o neutro, podemos decir que se trata de un sistema, es decir, un todo organizado del que si se modificara una parte se podría descomponer el resto. En consecuencia, la misma dinámica de nuestro idioma hace imposible el desarrollo instantáneo de un lenguaje no sexista, sobre todo cuando toda nuestra civilización, por lo que sabemos desde la antropología, siempre ha estado bajo la égida de los hombres. El lenguaje se ha ido configurando desde esta perspectiva, ignorando la vertiente del sexo opuesto. Pero si no empezamos a decir juez o jueza, si esperamos a que la RAE tome partido, seguro que todo esto se demoraría mucho tiempo.
[1] Licenciado en Sociología, experto en medios de comunicación, imagen y sonido.
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