La situación de crisis que estamos sufriendo está provocando cambios en el mercado laboral. Según un estudio de la Fundación Adecco la crisis propició que 100.000 amas de casa buscaran empleo en 2009 y que 42.000 hombres pasaran a ocuparse de las tareas domésticas.
Resulta interesante leer los titulares y comentarios de algunos periódicos sobre dicho estudio. “La crisis hizo que 100.000 amas de casa buscaran empleo en 2009”. Aquí se destaca el hecho de que mujeres que permanecían inactivas se ven obligadas a incorporarse al mercado laboral y que los hombres se dedican a las tareas domésticas.
Otro titular dice: “La crisis cambia el rol: ellas salen de casa para buscar trabajo y ellos se quedan”. Se señala también que las jóvenes entre 16 y 24 siguen con sus estudios ante las dificultades para encontrar empleo.
En ambos artículos se resalta que las mujeres amas de casa que buscan empleo no lo han logrado pero “no han tirado la toalla y prosiguen con su empeño”. Vemos, pues, que entre las mujeres aumenta la tasa de actividad, pero no el número de mujeres empleadas.
Veamos uno más: “Amas de casa y mayores de 55 compiten con jóvenes e inmigrantes en la búsqueda de un empleo”. Este artículo se centra en los cambios que la crisis ha producido en el perfil de las personas que demandan empleo.
Analizando los comentarios que reseñamos podemos ver cómo un mismo informe produce comentarios tan dispares y titulares que pueden conducir a error. Porque ¿Están cambiando realmente los roles de mujeres y hombres en lo que se refiere a las tareas domésticas? Si leemos con detenimiento vemos que las mujeres intentan incorporarse al mercado laboral, pero no lo consiguen.
Diferentes estudios han señalado que las mujeres, aún cuando trabajen fuera de casa siguen siendo quienes se ocupan del trabajo doméstico, lo que nos permite suponer que si su ocupación fundamental ha sido el de ocuparse de las tareas domésticas es difícil pensar que si deciden buscar activamente empleo y no lo logran vayan a dejar dichas tareas.
Por otro lado vemos que las mujeres compiten con “jóvenes e inmigrantes” (suponemos que en estos colectivos también hay mujeres), es decir compiten por los trabajos peor remunerados.
Parece, pues, que las mujeres no están sufriendo menos la crisis, sino que se adaptan mejor a las necesidades del mercado y están dispuestas a trabajar en peores condiciones que los hombres. El hecho de que el paro femenino bajara menos que el masculino ha sido coyuntural, consecuencia de los ajustes en el sector de la construcción.
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