La maternidad ha sido siempre mitificada y ensalzada, llegando incluso a identificar «ser madre» con el objetivo al que toda mujer debe aspirar. Escribo esto en el avión regresando de Florencia, influenciada por la cantidad de cuadros que he visto de la Madonna col Bambino, en brazos. El hecho es que en muchos casos la representación más que de una mujer era de una niña/madre, que reflejaban una gran tristeza.
Mientras visitaba los museos, en España se debatía por primera vez en el Pleno del Congreso de los Diputados una Proposición no de Ley (PNL) para que se equiparasen los permisos de maternidad y paternidad, para que sean iguales, intransferibles y pagados al 100%. La PNL fue presentada de forma magistral por Sofía Castañón.
Junto a la imagen de mujer/niña/madre, otra cuestión que acaparó mi atención fue la mirada de resignación de estas mujeres/niñas con su hijo. Como la perspectiva de género no puedo olvidarla en ningún momento de la vida cotidiana, me decía, ¿cómo no van a tener cara de resignación? Son niñas, con una carga que les viene impuesta, que aún se impone a las mujeres y a las niñas. Bien, sabemos que en muchas épocas muy pocas mujeres podían saltarse este mandato de género.
Mientras reflexionaba sobre dichas imágenes, seguía en la distancia el debate que estaba teniendo lugar en el Pleno del Congreso de los Diputados. Escuché con emoción cuando una mayoría de diputadas y diputados votaban a favor de la PNL, pensando que el recorrido para llegar a ese momento había sido muy largo. Mucho mejor hubiera sido, por supuesto, que lo que se hubiera debatido fuera una Proposición de Ley, (PL) que obligaría al gobierno a legislar. Es decir, que en el Pleno del Congreso se estuviera debatiendo la PL que tiene elaborada la Plataforma por Permisos Iguales e Intransferibles, por Nacimiento y Adopción, PPiiNA, lista para ser aprobada.
Compis de la PPiiNA durante el debate
Las circunstancias propiciaron que uniera estos dos hechos: la representación iconográfica de la mujer/niña/madre y la falta de sensibilidad de algunos grupos parlamentarios, que en aras de defender la maternidad, obligan a las mujeres a seguir cumpliendo un rol que la sociedad patriarcal les ha impuesto, a pesar de que gran parte de la sociedad rechaza que las mujeres tengan que cuidar de sus criaturas, los primeros momentos de su vida, casi en solitario.
Si ya es difícil contemplar, sin cuestionarla, la representación histórica, ¿cómo no cuestionar que actualmente se siga pensando en las mujeres en su papel de madres como función prioritaria? ¿Cómo es posible que los padres estén ausentes en las primeras semanas de vida de su hija/o? Porque no lo olvidemos, los padres en nuestro país ven limitadas sus posibilidades de cuidar en el momento del nacimiento. Las dos semanas de permiso a las que tienen derecho son claramente insuficientes y perjudican su relación con sus bebés, perjudica a las criaturas al privarlas del cuidado paterno, perjudica a las mujeres que ven cómo su vida laboral sufre las consecuencias de la maternidad y, en definitiva, perjudica a toda la sociedad.
Por ello, vuelvo a señalar que el día 18 de octubre fue un día importante, un avance en el trabajo que durante 11 años ha desarrollado la PPiiNA. Como dijo Sofía Castañón «un poco de igualdad no es igualdad«, pero en la PPiiNA sabemos que el camino es largo y que hay que ir dando pasos para lograr la igualdad real.
Los permisos iguales, intransferibles y pagados al 100% no son la única medida para lograrlo, pero es un paso fundamental y decisivo para alcanzar la corresponsabilidad en los cuidados. Cuando los hombres se comprometan con el cuidado de niñas y niños estarán más concienciados de que cuidar de las personas dependientes es una labor de todas y todos. Las niñas que sean cuidadas por sus padres, dejarán de pensar que es obligación suya cuidar y los niños aprenderán que ellos también pueden y deben cuidar.
¿Por qué hablo de estos dos hechos? Porque los viví de forma simultánea e, inevitablemente, las gafas violeta no me las dejo en casa, me acompañan siempre. Viendo los museos pensé en las niñas que siguen siendo obligadas a ser madres cuando deberían estar en la escuela y jugando. Porque ser madre discrimina y algunos grupos parlamentarios se niegan a legislar para eliminar la discriminación de género. Por ello, que en el Pleno del Congreso se haya aprobado una PNL es importante, pues abre el camino para que la PL de la PPiiNA sea igualmente aprobada.
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La maternidad ha sido siempre mitificada y ensalzada, llegando incluso a identificar “ser madre” con el objetivoSassoferrato al que toda mujer debe aspirar.